Carlos Enrique Fuentes Sánchez | Política y sociedad / EL EDUCADOR
Los guatemaltecos tienen una cultura de corrupción e impunidad. Más o menos esas fueron las palabras del comisionado de la Cicig, Iván Velásquez, hace un par de años. Y es cierto. «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra». Un alquiler no pagado, un impuesto evadido o eludido, una coima para acelerar un trámite, soborno para evitar una multa mayor, quedarse con el cambio en una venta, recibir cambio de más y no devolverlo, «gavetear» en casa para pagar la cuota del IPod, etcétera. Pero el mal no termina allí. Junto al problema de la corrupción está el problema de la agresión verbal, psicológica o física contra el familiar, el vecino o el contrincante político.
El problema de la agresión en política no es nuevo. Viene desde que empezó el sistema de elecciones. Hoy, los ataques son más descarados y más agresivos. Sobre todo en las redes sociales. Hay ataques contra los contrincantes que, se cree, le puedan ganar al suyo. Hay ataques contra el candidato presidencial, contra los diputados del partido, contra el partido mismo. Van los ataques, desde señalamientos de corrupción hasta ataques personales por conductas en el hogar o la familia. Lo importante es terminar de destruir la ya semidestruida imagen de los candidatos.
Que la o el candidato presidencial está señalado de corrupción, que vendió esto o aquello, que se quedó con tal dinero, que violó a tal mujer o que se ha casado muchas veces o que está haciendo propaganda ilegalmente. En cuanto a los diputados, que son parte del Pacto de Corruptos, que no han hecho nada por su departamento, que han viajado a costillas del pueblo, que han cobrado sobresueldos, que tienen novias aparte de su esposa, etcétera. Y si es candidato a la alcaldía, que lo que busca es robar, o que ya se acostumbró al puesto y quiere seguir robando, que el MP «le tiene puesto el dedo», que no ha hecho nada durante su gestión, etcétera.
Muchos de estos comentarios y ataques tienen fundamento legal y pueden demostrarse, otros, la mayoría, buscan desprestigiar la imagen del candidato contrincante. El asunto es ¿por qué dichos ataques o señalamientos no se dieron antes, sino hasta ahora, en época electoral? O, ¿por qué hasta ahora recrudecen?
Da mucha pena cuando personas conocidas, con algún renombre, político partidistas o no, profesionales universitarios, suben a la red o comparten un ataque contra el candidato contrincante. Da la impresión de que no están seguros de que su candidato o candidata pueda ganar limpiamente. Por ejemplo, hay personas que han reproducido los ataques contra la candidata de la UNE por su supuesto pasado de intromisión y corrupción en el gobierno de Colom Caballeros; o que han reproducido ataques contra la exfiscal por estar de acuerdo con el aborto y el homosexualismo. Y más cosas así por el estilo que dan pena, pero también cólera.
Como ciudadano, uno quiere que las elecciones sean limpias, con una campaña de altura, que no haya ataques entre los contendientes sino que ambos resalten su plan de gobierno, que en los foros no se ataquen, que los seguidores no agredan al contrincante, que se tenga una cultura de respeto hacia el otro u otra. Al parecer, es imposible. Ni siquiera los dirigentes y candidatos de algunos partidos quisieron firmar un pacto de no agresión propuesto recientemente. Y si ellos no lo aceptaron, ¿qué se puede esperar de sus seguidores? ¿Cuánto tiempo más habrá de pasar para que haya una campaña de altura, una campaña limpia, de damas y caballeros?
Para cambiar esa otra desgracia del pueblo guatemalteco, habría que empezar por dar a conocer las leyes a los ciudadanos. A todos, sin excepción. Que los estudiantes universitarios de la carrera de Ciencias Jurídicas y Sociales de todas las universidades hicieran un Ejercicio Profesional Supervisando organizando y desarrollando un programa de conferencias dirigidas a las poblaciones urbanas y rurales. Comenzar por dar a conocer los artículos más importantes de la Constitución Política de Guatemala y, posteriormente, del Código Civil, la Ley contra el Femicidio y otras de importancia. Siendo miles de estudiantes los que están por finalizar sus estudios de Derecho, armonizada y alineadamente, bien podrían, en un año, avanzar en mucho en la educación legal de la población, viendo los beneficios de su trabajo en el inmediato o corto plazo.
Si algún profesional universitario que labora en alguna universidad de Guatemala lee el artículo, puede tomar la idea como suya y ganarse el crédito de hacer algo bueno por la población guatemalteca. Pero urge. Porque entristece y enoja seguir viendo una política partidaria desprestigiada en todas sus expresiones.
Carlos Enrique Fuentes Sánchez

Pedagogo y Educador, con 40 años de experiencia docente en los diferentes niveles del Sistema Educativo nacional; surgido de los barrios pobres de la Capital pero formado en diferentes departamentos de la republica. participante y decisor en procesos y redacción de documentos de trascendencia en la educación nacional en los últimos años. Asqueado de la historia de injusticia social que vive Guatemala desde la invasión Española, así como de la historia de masacres y crímenes políticos sufridos por la población, aspira a una Guatemala diferente, justa, democrática y humana, a la cual se pueda llegar por medio de una educación popular y revolucionaria, para todos y todas.
Correo: cfuentes3151@gmail.com
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