Edgar Rosales | Política y sociedad / DEMOCRACIA VERTEBRAL
Finalmente el presidente Jimmy Morales nombró a la sucesora de la fiscal general Thelma Aldana. No fue ninguno de los candidatos de la Cicig y, hasta donde se ve el panorama, la licenciada Consuelo Porras debería tomar posesión el próximo 17 de mayo, sin enfrentar revuelos, aspavientos y acciones caóticas que se pronosticaban en las redes sociales.
Probablemente, la selección presidencial no sea la más afortunada, si se toman en cuenta algunos antecedentes que cuestionan el desempeño profesional de la ungida, los cuales se conocieron después de divulgarse la nómina de los seis finalistas. Pese a ello, otorgarle el beneficio de la duda, en lugar de despotricar a troche y moche, es saludable para ir construyendo una cultura de respeto a los mecanismos institucionales.
Y es que aunque no sea de nuestro agrado, debemos admitir que Porras fue incluida por una Comisión Postuladora sobre la cual llovieron las críticas y la censura, pero que al final demostró madurez, transparencia y ecuanimidad. Tanto así que eliminó a más de un par que habían sido etiquetados como «impresentables». Por ende, Morales debía elegir entre lo que le entregaron: la lista de los seis que mejor puntearon. Así está definido, y mientras no se cambien las reglas, hay que jugar dentro de ellas.
Esto me hizo recordar que la crítica, ese deporte tan arraigado en nuestras sociedades latinoamericanas, fue igual o mucho más severa cuando Otto Pérez y Roxana Baldetti designaron a su elegida: Thelma Aldana. Las comparaciones, por demás odiosas, auguraban que nadie podría igualar el desempeño de Claudia Paz y Paz, su antecesora.
Pero vemos que no fue así: lo primero que hizo Aldana fue abandonar a sus protectores y se alineó con la Cicig. Porras, la futura fiscal general, ha anunciado que trabajará de la mano con dicha Comisión, lo cual es una acertada decisión, además de que viene a calmar ciertas aguas que empezaban a agitarse.
Pero, ¡ojo!, trabajar de la mano no debe significar alineamiento ni subordinación.
La nueva jefa del MP indudablemente sabe que esta es una institución autónoma, que tiene los medios necesarios para hacer cumplir las leyes del país –sí, no solo debe atender la persecución penal, como erróneamente se menciona con frecuencia– y, además, tiene el equipo de investigadores que en la realidad han sido quienes han hecho el trabajo de la Cicig.
Por lógica, considero que a estas alturas la Fiscalía puede desarrollar las investigaciones a su cargo observando lo más estrictamente posible –porque tampoco se puede esperar un cumplimiento absoluto– de los principios que rigen el Estado de derecho, principalmente los derechos individuales. Digo, porque si no, los esfuerzos emprendidos para fortalecer el sistema de justicia van a parar en nada.
Al igual que la mayoría de guatemaltecos, yo también saludé y me colmé de entusiasmo cuando Aldana inició de manera por demás brillante su gestión. Creo que nadie, sin excepción, vio con optimismo cuando metió a la cárcel a Pérez y Baldetti a causa de La Línea. Era un mensaje que muchos interpretamos como una justa vendetta ante el abusivo desempeño que mostraron en sus tres años y pico de administración.
Y al contrario de la Fundación Terrorista y sus adláteres del sector privado-mafioso (perdón por el pleonasmo), tampoco vi con malos ojos cuando se presentó el caso bautizado como Cooptación del Estado, en el cual se involucró a algunos cuantos banqueros, a uno que otro gerentío y testaferros de distinta estatura. No importa que caiga quien caiga, dijimos.
Pero Aldana equivocó el camino y muy pronto se le metió entre ceja y ceja que alguien con tanto éxitos en la persecución de presuntos corruptos, bien podría ser la próxima presidenta. La candidata de la embajada, para más señas. A causa de ello, el cierre de su gestión fue mucho menos brillante que ese inicio tan celebrado, y su desgaste no solo ensombrece su gestión sino ha hecho perder el entusiasmo que muchos –como usted o como yo– manifestamos tras sus primeras acciones.
Ahora se menciona, por ejemplo, que Aldana estaría interesada en que las regulaciones del delito de financiamiento electoral ilícito no sean tan severas ¿la razón? Después del arreglo con un grupo de representantes de la «moderna» oligarquía guatemalteca para no ser procesados por el apoyo económico otorgado al presidente Morales y al partido oficial, se habría negociado también la posibilidad de que sean los financistas de la futura campaña de la fiscal. ¿Sorprendido? Lo siento.
Pues no es todo: nada más recuerde que antes del acuerdo mencionado se montó un show donde ella y el comisionado fueron saludados, casi con honores de Estado, nada más y nada menos que por il capo di tutti i capi, Dionisio Gutiérrez, bajo el señuelo de un Frente Ciudadano dizque Contra la Corrupción, propuesta que nació sin vida porque solo fue concebida como un instrumento para lavar la imagen del pollero.
Posterior a ello se han producido reuniones de «alto nivel» para presentar a la candidata de la embajada ante los diversos círculos que habrán de definir su agenda política para los próximos meses. Una agenda en la que ciertos sectores progresistas tendrán una participación ¡por supuesto!, solamente que marginal…
Como demócrata reconozco el derecho de doña Thelma a sus pretensiones presidenciales. Lo que no me convence es que tenga el conocimiento necesario para timonear un barco en crisis como el que va a entregar Jimmy Morales. Y es que el concepto de gestión pública involucra muchos aspectos, excepto persecución penal, que es el único desempeño que le conocemos.
Un buen ejemplo es cuando salió anunciando que el MP iba a investigar a funcionarios de gobierno responsables por más de un millón de niños desnutridos. Nunca se conocieron resultados de tal propuesta, pero no dudo que en el camino Aldana se enteró que un problema social jamás se puede corregir únicamente desde lo penal.
Bienvenida entonces, fiscal Porras. Muchas gracias fiscal Aldana. Ni lo duden: la implacable historia habrá de juzgarlas.
Imagen principal, El juicio de París, versión 2007, de Eleanor Antin, tomada de Mentes curiosas.
Edgar Rosales

Periodista retirado y escritor más o menos activo. Con estudios en Economía y en Gestión Pública. Sobreviviente de la etapa fundacional del socialismo democrático en Guatemala, aficionado a la polémica, la música, el buen vino y la obra de Hesse. Respetuoso de la diversidad ideológica pero convencido de que se puede coincidir en dos temas: combate a la pobreza y marginación de la oligarquía.
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