Acosando a quien se entrevista

Olga Villalta | Política y sociedad / LA CONVERSA

El quehacer periodístico siempre me pareció fascinante. Desde pequeña buscaba en los periódicos las crónicas y reportajes que profundizaran en las noticias y proporcionaran datos curiosos para que el lector o la lectora interpretara y comprendiera el hecho noticioso.

Quiero, hoy, referirme, desde mi posición de televidente y radioescucha, al desempeño de los conductores de radio y televisión, de los noticieros y programas específicos para entrevistar a los protagonistas de la noticia.

Veamos. Observo que el estilo que algunos conductores utilizan es el asedio. Tratan lo más posible de desubicar al entrevistado. Ponerlo en jaque, incómodo. No buscan más información, sino desbancar al personaje. En algunos casos, el invitado ha sido capacitado en el manejo ante los medios de comunicación y sale bien librado o tiene seguridad en sí misma/o; en otros casos la entrevista se torna aburrida, exasperante o patética. El profesionalismo de un buen periodista puede salvar la entrevista a un personaje que muestra una supina ignorancia. Hay muchos ejemplos de la periodista mexicana Carmen Aristegui.

¿Cuál es el objetivo de este estilo de entrevista? Supongo que la lógica es que quienes escuchan o ven el programa, igual que en los circos romanos, estarán felices de que ruede sangre. Para quien asiste a la entrevista, ese momento se convierte en un esfuerzo maratónico. En algunos casos, representantes del movimiento social caen en la trampa de quien conduce y se enojan. Otras/os llegan, como decimos coloquialmente, con la espada desenvainada y, de entrada, arremeten contra quien conduce, olvidándose que lo más importante es el mensaje que llevan al público y entran en una discusión estéril que en nada ayuda a ventilar el tema en cuestión. En otros casos salen huyendo, y evitarán asistir a entrevistas en un futuro. Perdiendo así que la población conozca su trabajo, su lucha, o su esfuerzo social.

Supongo que esta manera de hacer entrevistas lo que busca es subir la audiencia del medio, esto, a la vez, garantiza la permanencia de la cuota de los anunciantes. Es entonces un estira y encoge. El medio necesita subsistir, pero la ciudadanía tiene derecho a una información veraz, profesional y de calidad.

Si bien algunas/os conductores no tienen formación periodística, sino han llegado a esos espacios por habilidades natas o por formación autodidacta, por ética profesional deberían tomar con mayor seriedad su función. Y los directores de estos medios también deberían considerar que su vida comercial depende de la aceptación del público que los oye o los mira.

Ante el poco profesionalismo de las/os conductores muchas/os solemos «desconectarnos» y preferimos buscar otras fuentes de información, privándonos de conocer, en la voz de los protagonistas, los intersticios de los hechos. La ciudadanía debe exigir un buen periodismo. Hoy que los programas de televisión y radio son transmitidos por internet y permiten interactuar entre emisor y receptor, debemos pronunciarnos no solo sobre el tema que estén tratando, sino sobre la forma de conducir y el trato que se le da a las personas entrevistadas.

Si quien conduce descalifica el discurso de la persona entrevistada, debemos correr al muro o fanpage del medio y expresar nuestra opinión. Eso ayudará a mejorar el quehacer periodístico.


Olga Villalta

Periodista por vocación. Activista en el movimiento de mujeres. Enamorada de la vida y de la conversación frente a frente, acompañada de un buen café.

La conversa

0 Commentarios

Dejar un comentario