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Después de cuatro años (2019), los hechos de abril de 2015 son seguramente objeto de estudio en los centros de investigación y análisis social, entre los científicos que buscan conocer y comprender nuestro proceso de formación política. ¿Qué fuentes están usando? Seguramente los documentos, especialmente los escritos periodísticos, las estadísticas, las cintas sonoras, los videos en donde se ven multitudes, etcétera.
El libro que presenta Editorial Cultura se anuncia como un testimonio de estos acontecimientos insólitos de la política del país. Es una colección de versos libres que nos permiten conocer qué pasó, pero sobre todo cómo los vio y cómo los vivió el autor que fue actor directo del hecho y que, además, en su presentación se declara un activista; es decir que estamos ante un documento de primera mano.
Se trata de la visión de un actor directo de los hechos, no un simple espectador, sino un actor consciente y partidario, por eso en los versos vamos a encontrar el sentir personal del autor ante lo que ve, vive y busca; es más que un testimonio, una confesión. Entre estos versos el lector conocerá el sentir personal del autor, pero, además, la voz colectiva. Por ejemplo, en el poema Despertares se crea la imagen de una sociedad que tiene «una dosis de olvido cotidiano», sin cambios, como no sean las sucesiones de escándalos. Pero, un día, el cántaro «saltó en pedazos» y esta alusión a la tradición, unida al saber ancestral maya, le sirve para mostrar la dinámica de los hechos que saltan y se atropellan, haciéndole decir que vivimos de plácemes. Esa misma imagen vemos en Final de desamor (pág. 13) «afuera todo daba saltos / ¡Solo aquí parecía un país vacunado contra el cambio! / todos los días parecían viernes santos»; y de este retrato sigue el proceso «Un día amaneció al revés» la gente se fue a la calle y se descubrió ¡con capacidad de protesta!
Este descubrimiento sobre la ignorada capacidad de protesta y asociarse «con el otro, con quien fuera», hizo de la manifestación de protesta, un gesto alegre «con alegría de la buena».
Mas allá de los hechos políticos de la corrupción que lleva a las protestas, más allá del objetivo que era«que se vayan», el autor muestra lo que vivió el manifestante: «Abril nos abrió la pupila para siempre. Descubrimos nuestra fuerza, pero también descubrimos al vecino y al amigo» como se lee en el poema Los sueños que llegaron (pág. 15).
Contexto
La plaza central de Guatemala se desborda de alegría, a pesar de la dispersión por el desorden urbanístico, la plaza sigue siendo el centro de la ciudad y la ciudad sigue siendo el centro de la discusión política del país. Por eso es natural que el lector y el espectador de los hechos de abril se pregunten ¿de quién es la plaza? La plaza con visión alegre que cubre todo el libro es, sin embargo, un espacio para ver hacia otros lados de esa gente arremolinada, alegre como en una fiesta, aun cuando parece que no hay nada qué celebrar, porque en abril aún nada se mueve y el autor ve hacia otros lados. Por ejemplo en Instantáneas (pág. 21) «tenemos a los que no fueron, o no se identificaron o se salieron de puntillas».
Magnífico inicio para el estudioso que hoy y más adelante se pregunte ¿de quiénes fue plaza? Ese mismo servicio puede prestar a los estudiosos la imagen de los ixiles (pág. 21). El ixil, así en singular, denota un colectivo diferente al que se ha reunido alegremente en la plaza. Diferente también a otros actores que se nombran en plural, como los cacifes (pág. 21). Su descripción es más que una instantánea «el ixil llegó a la plaza con bastón de mando rostro erguido vencedor, con sombrero mileano saco rojo conocido…». Los reunidos en la plaza les aplauden, les gritan vivas, de nuevo el colectivo demuestra que los grupos no se funden, no se mezclan. Abril 2015 en la plaza central de Guatemala es un asunto citadino, el país sigue quebrado y los de afuera de la ciudad siguen afuera. Como no aparecen en la visión del autor, sabemos que las manifestaciones con las demandas campesinas, rurales y gremiales no llegaron a la plaza. El arte, como documento, habla también de los que están, a diferencia de los otros documentos utilizados en las ciencias sociales, en donde lo que cuenta es lo que se ve, lo que suena o cuantifica.
El autor declara su influencia colectiva en el tiempo actual, cuando confiesa «crecí con claros sentimientos anti gringos y grité con todos mis amigos cuando terminó la primavera de Jacobo». Pero todo cambia, como dice la canción, cayó el muro y llegó otra primavera, la primavera árabe, y aquí, en este mundo y tiempo, en la plaza y el abril guatemalteco de 2015, el autor vivió una primavera diferente y única, que junto a los otros vivían de manera esplendorosa jornadas forjadoras de futuro, abrumadoras, democrática y violentamente pacíficas.
El idioma denota en el arte lo único de Guatemala y muestra al futuro no solo lo que sucedió, sino cómo lo vivió y lo sintió el colectivo, la gente o el pueblo que se adueñó y se apropió de la plaza.
En resumen, los últimos poemas de estos versos sueltos son estampas instantáneas del momento histórico que le ha tocado vivir al autor, ya sea La foto de Jacobo o el Che o El muro oprobioso que cae o en Cuba qué linda es Cuba, todos los poemas dejan un conocimiento del momento y de la sociedad. Todo arte refleja, como se ha dicho, la sociedad en donde se crea y es una propaganda de sus ideas. Pero, en este caso, puede muy bien servir como un testimonio o como una confesión de un actor, con el que, luego, a partir de las ciencias sociales, se explique el proceso de la formación guatemalteca.
La movilización logró su objetivo y el general cayó «podrido como estaba» o se fue en el desbarrancadero, como se lee en el poema Igual que Al Capone (pág. 47). Aquí el poema une las voces: «tu y el otro aceptado y abrazado que se apropia en el colectivo (la gente)». La gente que llenó la plaza es, entonces, a quien le pertenece la plaza en abril de 2015. Pero, también, estos últimos versos plantean preguntas y cuestionamientos para el mismo colectivo-gente, porque el autor deja ver que la plaza solo ha sido un momento único en la historia de las plazas, de todas las plazas globales, y que no ha concluido. Es decir que la lectura de este poemario también nos proporciona una guía para futuras investigaciones que quieran encontrar el porqué o qué se hizo y qué no se hizo en esas alegres y únicas manifestaciones. También es material para un arte futurista y un pensamiento que reviva la posibilidad de una utopía.
Por Rosa María Álvarez Aragón
Este libro fue publicado en Guatemala, por Editorial Cultura en 2018.
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