-Fernando Zúñiga Umaña / EN EL BLANCO–
Murió cuando así lo quiso, en esa edad en que el costo de oportunidad de seguir viviendo es muy alto, no cuando sus enemigos quisieron. Más de 600 veces no solo quisieron verlo muerto, sino que intentaron matarlo. A Fidel Castro lo intentaron asesinar 638 veces, al amanecer, en la mañana, a la hora de su almuerzo, en la tarde y en su cena, incluso mientras dormía. Si medimos los años desde 1960 a más o menos 2013, 53 años, o sea 636 meses, significa que cada mes en promedio había un intento de asesinato. Idearon todo tipo de formas, habanos y trajes envenenados, explosivos, pastillas, etcétera.
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Hace un año, para esta fecha, Fidel yacía en su ataúd y recorría las calles de Cuba. El pueblo cubano lo lloraba y millones de personas en el mundo también. Mujeres de todas las edades gritaban llorando su muerte. “¿Por qué tú y no yo, Fidel?” gritaba una mujer mientras otras la consolaban. Es interesante, nuestros líderes políticos mueren y nadie se da ni cuenta, pasan desapercibidos. Precisamente a los 4 días de la muerte de Fidel murió un expresidente costarricense, y como dicen ni fu, ni fa. Y eso que la prensa decía que era muy querido.
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Quién puede tener más poder en nuestro mundo latino más allá que un papa, que muchos lo ven nada más y nada menos como el representante de Dios en la tierra, eso les da, o bien una gran prepotencia, o una imagen hipócrita de franciscano. El papa, precisamente, llegó a la casa de Fidel a visitarlo. Fidel tenía 89 años cuando acaeció tal evento. Tocó su puerta, y preguntó ¿Aquí vive Fidel? Si señor pase adelante. La presencia de Fidel Castro era imponente. En las reuniones de líderes, hasta sus enemigos querían una selfi con Fidel, para luego colocarla en su oficina.
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En mi adolescencia enseñaban a odiar a Fidel, y en todas las adolescencias posteriores a la mía. A él y a sus compañeros de lucha, vestidos de verde olivo y con una frondosa barba. No eran lo que eran, héroes que habían sacado del poder al dictador Batista, vendedor de la riqueza cubana, que había convertido a Cuba en el burdel de los millonarios gringos. Solo eran, según los medios, aventureros y asesinos. Nunca lo odié. Siempre fue mi líder, mi inspiración y orientó mi pensamiento durante toda mi vida y hasta el momento. La ignorancia de los hombres y mujeres, los hace odiar a este tipo de personajes y adorar a otros. Creo, como decía uno de sus comandantes, Juan Almeida; “…pauta moral, arraigo a la historia, prolongación de los principios ancestrales de nuestra soberanía e independencia… previsión para salvaguardar el provenir de la Patria y … una huella indeleble dentro de la Revolución cubana y para el mundo. La grandeza de su obra le reserva su permanencia en la historia”.
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Hoy para un líder con el pensamiento libre, la disposición a colaborar con su pueblo pese a todos los intereses capitalistas vigentes, poder sobrevivir es prácticamente imposible, un intento al mes de asesinato, cada vez más sofisticado, que quizás resultó con el comandante Chávez, o el bombardeo a la Casa Presidencial, o el asesinato político al sacar al líder en la madrugada de su cama y llevárselo del país o el hostigamiento permanente, el bloqueo y todos los demás intentos de callar a los movimientos opositores al imperialismo. Gracias Fidel por haber vencido a ese enemigo, sin entregas, sin simples concesiones, manteniendo el orgullo y la vergüenza, con la frente muy alta.
Imagen por Fernando Zúñiga.
Fernando Zúñiga Umaña

Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.
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