Gabriela Carrera | Política y sociedad / FÍJESE USTED

Voy caminando por la banqueta. Hay calor del medio día, se mezclan los olores del humo de las camionetas, la comida anticipando el almuerzo y la basura caliente. Es el centro de la ciudad y voy a hacer un trámite a cualquier oficina pública. Levanto la mirada y la veo. Tan guapa, atractiva en esa blusita veraniega, con el pelo al viento, con los tacones que delatan su trabajo. O bien pudiste ser tú colegiala, con la falda subida y coqueta, queriendo que te vea, que te chulee las piernas tiernas. Tal vez fue la mamá que iba a traer al nene al colegio, despeinada por los apuros del teje y maneje de la casa. Puede ser cualquier mujer. Porque lo que me interesa no es usted, ni tú, ni vos, son los traseros y las tetas.

Así que chiflo y te digo lo rica que estás, lo bien que vendría que te lamiera el cuello y te dijera las vulgaridades más bajito de lo que tengo que hacerlo para que las escuches mientras bajas la mirada. Es que esa cuquita que has te tener, ganas de morderla me da, de llenártela de mi saliva, ay tan rico. Te lo voy a decir cuando estés cerca, te voy a decir que tengo ganas de metértela, que seguro que te vas a dejar. No te preocupés, ni vas a notar que estoy gordo ni que sudo. Te voy a tratar bien, nena, te voy a estripar las chiches mientras te agarro el pelo. ¿Te gusta? ¿Te excita? ¿Verdad que sí? ¿Verdad que querés? ¿Por eso te ponés ese vestido, para sugerírmelo? ¿El short?

Veo tu cara y me da risa. Me gusta tu miedo y que no podás decir nada. El hecho de que te hagás más para la pared de la iglesia que está a la par solo me demuestra que podría hacer todo eso que me imagino realidad. Más cuerda me das. Así calladita, así sometida, indefensa, mi linda. Así son las mujeres, todas sensibles y débiles. Un buen hombre que las cuida y de paso las haga gritar, no importa si duele, el placer siempre duele su cacho. Sé que te enoja también, lo veo, te desagrada, pero yo tranquilo, al final la belleza siempre se debe lucir.

Sigo mi camino, y así, te veo venir, una mamá, una mujer joven, una niña, venís del trabajo, de la escuela, vas a comprar algo a la tienda, te topo en tu carro mientras esperas que dé verde el semáforo. Una y otra vez.

No logro imaginarme que se dicen los hombres cuando chiflan, cuando vulgarean nuestro cuerpo. Qué derecho creen que tienen para hacernos sentir miedo y asco, o qué autoridad piensan que poseen sobre nosotras. Eso somos para los acosadores: somos las imágenes de las mujeres que aparecen en las publicidades de llantas y de motos. Y nuestro cuerpo no es más que una cosa para ellos.

Por eso reconozco, celebro y agradezco el trabajo que ha venido realizando cada una de las voluntarias del Observatorio Contra el Acoso Callejeroen Guatemala. Sus esfuerzos no han sido en vano: han centrado la discusión en una realidad cotidiana de las mujeres en Guatemala. Nos han permitido hablar, encontrarnos.

La próxima cita es el domingo 22 de abril, en la Plaza de las Niñas (como he leído que Otra Guatemala Ya llama a la Plaza Central). Una intención: demostrar que las calles son nuestras, en cualquier lugar del mundo.

Gabriela Carrera

Creo firmemente que la política y el poder son realidades diarias de todos y todas. Por eso escogí la Ciencia Política para acercarme a entender el mundo. Intento no desesperanzarme, por lo que echo mano de otros recursos de observación como los libros y las salas de cine. Me emocionan los proyectos colectivos que dejan ver lo mejor de las personas y donde el interés es construir mundos más humanos.

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