A 20 años del Diario militar

Carlos Juárez | Política y sociedad / CLANDESTINO Y ARTESANAL

Militares en el poder, desapariciones, extorsiones y corrupción en el Estado. Esa es la eterna Guatemala, la del conflicto armado, la de los Acuerdos de Paz y sobre todo la actual.

En 1984, cuando Mejía Víctores se encontraba en el poder, y en el mismo escenario descrito anteriormente, se produjo una ola de desapariciones forzadas a gran escala en la ciudad de Guatemala. La estrategia militar, en ese momento, dio a la desaparición forzada un carácter selectivo, identificando, en principio, a aquellas personas que se encontraban organizadas en algún sector social y que ejercieran algún liderazgo dentro de esas organizaciones. Seguidamente, el aparato estatal ejecutaba la acción, no sin antes obtener la mayor cantidad de información de sus víctimas.

Así, el país empezó a perder sindicalistas, catedráticos universitarios, religiosos, políticos, periodistas, escritores y principalmente estudiantes. Fueron estos últimos uno de los grupos más afectados por el fenómeno de la desaparición forzada, pues su participación en diversos espacios organizados se convirtió en su condena mortal. Miles de ellos fueron sustraídos de sus hogares y jamás fueron vistos de nuevo.

Por eso, en 1984, las familias de los desaparecidos se hartaron y salieron a las calles a exigir el aparecimiento de sus seres queridos. Como siempre, la situación se hizo visible cuando empezó a afectar a las familias de la ciudad capital, dándole más atención a los eventos.

Han pasado muchos años desde esas desapariciones, y la gran mayoría de familias continúan sin tener una respuesta del Estado sobre lo sucedido con sus parientes. Sin embargo, un grupo de 183 familias encontró, en 1999, una pista sobre el destino de sus familiares.

En esta ocasión, como casi siempre, la respuesta era importada. La organización estadounidense National Security Archive, y el intenso trabajo de la investigadora Kate Doyle, permitía la desclasificación del documento denominado Diario militar o Dossier de la muerte, como fue llamado por algunos.

Se trata de un documento auténtico, proveniente de las fuerzas represivas de Guatemala, en el que se documentó la desaparición de cada una de las 183 personas que fueron objeto de persecución por parte del Estado.

El mismo consta de una fotografía y una breve narración que indica la fecha de captura. Asimismo, algunas de las víctimas cuentan con una fecha que precede al número 300, el cual se estima puede significar la fecha en que las víctimas sufrieron una ejecución extrajudicial.

Pasaron casi 15 años para que muchas personas pudieran tener una pista sobre sus familiares, en ese momento muchas de ellas y ellos pasaron por momentos de grandes emociones y sentimientos encontrados.

Por un lado, al fin un documento probaba la desaparición de sus seres queridos y la responsabilidad del Estado, una teoría que siempre ha tenido detractores, pues las mismas autoridades poseían una serie de teorías sobre los hechos, desde que los desaparecidos eran personas que huían de sus responsabilidades familiares, hasta que se encontraban trabajando en Estados Unidos.

Este documento daba certeza y legitimaba las demandas.

Al mismo tiempo, también significaba el dolor de confirmar el destino fatídico de sus seres queridos. Imaginar la cantidad de vejámenes que pudieron haber sufrido antes de su muerte es un nudo en la garganta para cada uno de ellos.

Finalmente, el Diario militar también debe valorarse en su completa concepción, pues representa un instrumento de verdad en forma de archivos, el cual nos permite conocer la responsabilidad de las fuerzas represivas en las miles de desapariciones forzadas que se dieron en Guatemala.

La aparición de este documento provocó tristeza, melancolía, impotencia y mucho dolor. Pero también esperanza, esa que necesitan las víctimas del conflicto armado para poder obtener justicia, pues su uso cada vez es más constante en procesos judiciales nacionales e internacionales.

El caso de Edgar Fernando García es uno de ellos, en el cual la jurisdicción nacional e internacional ha aceptado la autenticidad del documento. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, además del caso García, ha condenado a Guatemala por el Diario militar, tomando en cuenta el daño hecho a las familias de las víctimas que constan en el documento.

A 20 años de la aparición del Diario militar, es necesario hacer un espacio para conmemorar su existencia, no por lo terrible de lo que narra, sino por cómo la verdad sale a la luz a través de él. Es en la actualidad un símbolo de verdad que emerge de los obscuros cimientos de impunidad y olvido sobre los cuales quieren construir nuestro país.

Para las familias de las víctimas que aparecen en el Diario militar, un abrazo enorme, esperando que puedan encontrar justicia todas, y que la verdad que resguardan los archivos de la muerte siga iluminando la búsqueda de justicia que hoy, mañana y siempre prevalece en las víctimas del terrorismo estatal.


Carlos Juárez

Estudiante de leyes, aprendiz de ciudadano, enamorado de Guatemala y los derechos humanos, fanático del diálogo que busca la memoria de un país con amnesia.

Clandestino y artesanal

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