2021: 500 años de colonialismo y neocolonialismo en Mesoamérica

Rafael Cuevas Molina | Política y sociedad / AL PIE DEL CAÑÓN

En el 2021, en los modernos países que actualmente ocupan la región mesoamericana, se conmemorarán dos acontecimientos históricos que han marcado su devenir en los últimos 500 años: la caída de la capital de los aztecas, tenochcas o mexicas del valle de México a manos de las huestes españolas comandadas por Hernán Cortés, el 13 de agosto de 1521, y la independencia del Imperio español, el 15 de septiembre de 1821.

En el primero, Mesoamérica fue incorporada, con todas sus consecuencias, al circuito de la civilización occidental de forma subordinada y periférica, iniciándose así la estructuración colonial que le dio su forma, identidad y sentido que pervive hasta nuestros días.

Lo consignado en el párrafo anterior tiene consecuencias importantísimas. La primera, que si fuimos estructurados esencialmente como colonias, esa esencia de nuestras formaciones económico-sociales sigue reproduciéndose hasta nuestros días. Eso se expresa en el plano de la ideología en nuestra mentalidad colonial, que tiene como modelo (al que se admira y sigue) lo que hace y ocurre en el centro metropolitano, que primero fue Madrid, luego París y después Nueva York. Consideramos que lo verdadero, lo imitable, está en los centros metropolitanos, y despreciamos o ignoramos lo propio. Es lo que Eduardo Galeano llamó escupir al espejo: despreciarnos a nosotros mismos.

La segunda, que nosotros siempre fuimos, desde nuestro nacimiento, otra cosa que Europa. No fuimos estructurados como lo que antes fue Europa, sino como una parte del sistema colonial que cumplía funciones específicas, y en el que el centro tenía un papel determinado y la periferia otro. En este sentido, ellos no serían desarrollados y nosotros subdesarrollados, es decir que nosotros no seríamos una fase anterior a la que ellos ya han alcanzado, sino simplemente seríamos otra cosa. Lo que implicaría que para nosotros lo válido no sería seguir sus pasos para ser, alguna vez, como ellos (¿desarrollados?), sino pensarnos en función de nuestras propias características y necesidades.

La segunda fecha que se conmemora en el 2021 es la de la independencia. Sería interesante entender tal hecho como parte de un proceso constitutivo de largo aliento, que se inicia con la llegada de los españoles a Mesoamérica y su transformación en la clase dominante.

Viéndolo de esta forma, las transformaciones que pudo haber sufrido la formación económico-social mesoamericana después de la independencia, estarían sobredeterminadas por las características que adquirió con la forma de estructuración colonial iniciada con la caída de Tenochtitlán.

Esto implica que a la independencia acceden pueblos signados por una mentalidad colonial, que no fue superada por la firma de un acta de independencia, lo que implica que siguieron reproduciendo las taras de la colonialidad, entre ellas, el seguimiento a pie juntillas de los modelos foráneos de desarrollo en los que nosotros seguimos jugando un papel periférico y subordinado. Y no podía ser de otra forma, si eso es en buena medida lo que sustenta el sistema mundial, lo quiere decir que pasamos del colonialismo al neocolonialismo.

Ese ha sido nuestro destino hasta ahora, y eso es lo que siguen reproduciendo nuestras clases dominantes internas; es lo que no nos permite salir del círculo reproductivo de la matriz neocolonial que perpetúa nuestro estado de pertinaz postración.


Rafael Cuevas Molina

Profesor-investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional de Costa Rica. Escritor y pintor.

Al pie del cañón

Un Commentario

Maria Sirley dos Santos 26/08/2018

Somos colonias todos y siempre vemos el norte como Modelo . Una lastima. Simon Rodriguez el Sócrates de Caracas. nos alertó: «Cuidado, que la America se ponga vieja en su niñez».

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